Investigadores ULagos publican artículo sobre erupciones y memoria volcánica en prestigiosa revista científica
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Taller Carrán-Los Venados, comuna de Lago Ranco.

La publicación del artículo científico ‘Stratigraphy of volcanic memory: Sociocultural dimensions of volcanic risk in the Southern Andes, Chile’, en la revista ‘Journal of Contingencies and Crisis Management’, confirmó la relevancia de la investigación sobre comunidades que viven junto a volcanes activos, de la antropóloga Francisca Vergara-Pinto, graduada del Magíster en Ciencias Sociales y el académico Dr. Andrés Marín, ambos del CEDER ULagos.

La relevancia de la publicación en la revista, explica la investigadora, tiene como historia que “nosotros comenzamos a indagar en estos temas sobre riesgo volcánico en territorios rurales en el sur de Chile el 2020, en realidad el 2018 cuando yo comienzo mi magíster en la Universidad de Los Lagos”, precisó.

No obstante, en el 2019 comienzan la investigación en terreno en que obtienen los primeros resultados y  en el año 2020, publican el primer artículo científico. En la actualidad, publicaron este segundo artículo. “Ambos trabajos fueron publicados en revistas que son muy importantes el artículo del 2020 se publicó en la Journal of Volcanology and Geothermal Research, una de las revistas más reconocidas en volcanología y el segundo artículo de este año se publicó en la ‘Journal of Contingencies and Crisis Management’, sobre manejo de crisis y riesgo de desastres, entonces podría decir que, nosotros expusimos el caso de la convivencia de comunidades y volcanes en el sur de Chile en los dos campos más relevantes que nos interesa a nosotros llegar, que es la ciencia volcanológica y también los estudios de desastres”, destacó.

La investigadora, Francisca Vergara, actualmente es estudiante del Doctorado en Humanitarismo y Respuesta ante Conflictos en la Universidad de Manchester (Reino Unido), y continúa investigando la relación entre comunidades rurales y volcanes en otras áreas del sur de Chile.

Según la antropóloga, la esencia de la investigación, “a diferencia de los estudios de los riesgo volcánico que visualizan a las poblaciones que viven junto a volcanes como un problema, este artículo y su predecesor, nos cuestionamos la utilidad de esa mirada que casi siempre termina por sugerir que las familias vivan lejos de un volcán.  Entonces la esencia de nuestros estudios sobre riesgo volcánico, trata sobre cómo podemos mirar a las comunidades como agentes clave para prevenir que una erupción se convierta en un desastre. En otras palabras, visualizar a las comunidades como parte de la solución y no como parte de un problema”, afirmó.

En este sentido, continuó la investigadora, “creemos que hay que conocer de primera fuente lo que las personas piensan, creen y perciben sobre los volcanes; considerando que usualmente, sobre los volcanes, la gente suele atribuir un sentido de arraigo bien profundo que entrecruza el volcán tanto como estructura física natural y también  la vida social que se da de forma particular en los territorios rurales volcánicos y que la gente busca mantener”, argumentó.

En esa línea la estudiante de doctorado explica que “usualmente las relocalizaciones, por ejemplo, suelen ser procesos no muy positivos o que terminen bien. El caso ilustrativo es Chaitén, obviamente, durante la erupción del 2008 donde la gente fue evacuada y relocalizada. Con el tiempo, comenzaron a regresar a este lugar. Este caso es emblemático, pero hay muchos otros territorios donde también la gente suele continuar viviendo en la ruralidad junto a sus volcanes evitando cambiar sus estilos de vida”, aseguró.

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Viviendo junto al volcán

La magíster Francisca Vergara, plantea las siguientes interrogantes: “¿Por qué tras afrontar una erupción, las familias deciden regresar a sus hogares y continuar viviendo junto al volcán? “Por el arraigo y porque suele ser la única opción” es una respuesta común a esta pregunta por parte de quienes observan este hecho desde afuera, enfocándose principalmente en el aspecto económico. Sin embargo, ¿por qué se regresa a habitar el mismo lugar luego de afrontar al menos 6 erupciones?”, precisó.

Según la antropóloga, esta es la realidad de las familias que viven en territorios rurales cordilleranos de la comuna de Lago Ranco donde se sitúa el Campo Volcánico Carrán-Los Venados (CVCLV), lugar que se convirtió en el área de estudio de la investigación de tesis de Francisca Vergara entre 2018 y 2021.

El propósito fue conocer desde las perspectivas de las y los habitantes su motivación “para regresar a vivir junto a volcanes activos” aun habiendo enfrentado los impactos de varias erupciones en el pasado, lo que paulatinamente fue adquiriendo sentido en tanto la motivación de las familias ha sido “nunca abandonar” sus tierras volcánicas heredadas.

Estudiar el riesgo de desastres desde el CEDER ULagos: Carrán-Los Venados como caso de estudio

Los hallazgos de la tesis de magíster de Francisca se enmarcaron en el proyecto Fondecyt Iniciación Nº 11171068 liderado por el académico Andrés Marín. El objetivo de este proyecto, titulado “Post-disaster livelihood recovery and adaptations in natural resource-dependent communities in Chile”, consistió en explorar los procesos de recuperación y adaptación de los medios de subsistencia en el mediano y largo plazo, y analizar factores que habilitan y obstruyen la capacidad adaptativa de comunidades que dependen de los recursos naturales, con especial énfasis en los contextos de vulnerabilidad post-desastre en territorios rurales.

En particular, la investigación de Francisca se concentró en el campo volcánico Carrán-Los Venados y el complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle como territorios habitados, buscando identificar los principales impactos duraderos de los fenómenos volcánicos desde la perspectiva de los actores locales, particularmente de familias campesinas y mapuche que conviven en dicho entorno.

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La investigadora Francisca Vergara, en el Volcán Lonquimay, área de estudio de su Doctorado.

Impacto

En cuanto al impacto de este trabajo para la comunidad o el público en general, la antropóloga, explica que el artículo publicado recientemente, trata sobre cómo se va desarrollando una memoria volcánica que se traspasa entre generaciones luego de afrontar varias erupciones, y cómo se desprende un cuestionamiento sobre las percepciones que las familias tienen sobre la vida pasada y futura junto a sus volcanes. Hay que considerar que estas familias han enfrentado por lo menos seis erupciones en el último siglo, tanto provenientes del Carrán-Los Venados como del Puyehue-Cordón Caulle, que son dos sistemas que están muy cerca y las comunidades viven en medio de ambos.

“Entonces, cuando un estudio de riesgo volcánico se enfoca en la evolución de las ideas y en las percepciones que tienen la personas, lo que se está haciendo es indagar en los imaginarios de la comunidad. En los imaginarios se puede acceder a las causas de fondo de sus decisiones, tanto sobre si habitar o no junto a un volcán como también la decisiones si evacuar o no durante la erupción que es bastante importante, y sobre todo decidir si regresar y reocupar la tierras volcánicas aún cuando han sido afectadas y van a seguir siendo impactadas por erupciones futuras”, aseguró.

Continuando con el tipo de estudio, agregó Francisca Vergara, “podría decir que es eminentemente cualitativo, lo que hizo posible evidenciar que las personas tienen la respuesta a cuestiones críticas sobre la reducción a riesgo de desastres que no pueden conocerse mediante herramientas que traducen sus relatos y perspectivas en números, sino mediante la comprensión cualitativa de sus puntos de vista y principalmente a través del estudio de sus memorias e imaginarios, como nosotros lo hicimos en este estudio. ¿Por qué enfatizo estos dos conceptos? Porque las memorias y los imaginarios reflejan la predisposición como también el arraigo que tienen las personas a sus territorios rurales volcánicos; sirviendo para repensar culturalmente y también territorialmente la preparación ante desastres”, destacó.

Profundizando en el análisis, la antropóloga comenta que el artículo visibiliza una realidad que hasta ahora estaba silenciada o “ignorada más bien, porque la realidad de la vulnerabilidad está ahí es visible a todos quienes transitan en esos lugares y sobre todo para aquellos que los habitan, pero ha sido más bien una realidad que no ha sido muy bien atendida en el último tiempo. De hecho, una de las cosas que fueron mencionadas en este trabajo por parte de los habitantes tiene que ver con que la erupción del Cordón Caulle que los afectó el 2011, a pesar de los impactos, se consideraba un hecho positivo para la comunidad”, afirmó.

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El Dr. Andrés Marín.  Taller Carrán-Los Venados, comuna de Lago Ranco.

En este contexto Francisca Vergara indicó que “esto es curioso, pero a la vez claramente comprensible, ya que según los habitantes, después de la erupción las autoridades vieron la precariedad de los caminos rurales y los mejoraron, entonces la erupción sirvió para visibilizar la precariedad en la que viven estas familias. Las familias, a pesar de que viven en condiciones de vulnerabilidad importantes, también poseen y señalan valorar una serie de aspectos positivos del entorno rural, entre ellos, la disponibilidad de recursos que son gratuitos y que la naturaleza les brinda”, y agrega que “esto principalmente se relaciona con el acceso al agua, a la madera, a ciertos recursos que hay presentes en el río, por ejemplo peces, o animales que son cazados en el bosque también, y sobre todo la calidad de vida en términos de la tranquilidad que hay en estos lugares. Se trata de una combinación de vulnerabilidades y aspectos también positivos que las familias buscan mantener. En el fondo la gente busca continuar viviendo ahí. Por todos estos aspectos que son beneficiosos para ellas, pero desean que estas vulnerabilidades dejen de existir en algún momento para tener una calidad de vida mucho mejor que la que ellos tienen hoy, y la que tuvieron sus antepasados, quienes les heredaron estas tierras volcánicas para poder vivir.  Eso es el impacto en cuanto a visibilizar la realidad social”, puntualizó.

Otro punto relevante es que las familias de los sectores Pichico, Pocura y Los Venados viven entre al menos sesenta centros eruptivos o volcanes, “sesenta centros de emisión, así se llaman técnicamente. Básicamente, viven en un campo volcánico, donde hay volcanes debajo de sus casas, en sus patios o a un kilómetro o a metros de distancia. Entonces es muy importante revelar sus realidades para poder evitar que ocurra un desastre en el futuro”, sostuvo Francisca Vergara.

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Estudios volcanológicos

Estudios geológicos recientes han establecido que los tres sectores (área de estudio) son los más vulnerables ante futuras erupciones, tanto provenientes del Carrán-Los Venados como del Puyehue-Cordón Caulle al estar situados justo en la intersección de ambos. Este último corresponde a un complejo volcánico compuesto por la caldera Cordillera Nevada, el estratovolcán Puyehue y el volcán fisural Cordón Caulle, y es el campo volcánico más voluminoso del sur de Chile (15 km de longitud y 4 km de ancho), registrando tres importantes erupciones recientes: en 1921, 1960 y 2011, todas en el área del Cordón Caulle.

El Carrán-Los Venados ocupa el puesto n° 9 mientras que el Puyehue-Cordón Caulle el lugar n° 5 entre los 14 volcanes de mayor riesgo a nivel nacional y más de 90 volcanes activos, incluidos dentro del “Ranking de Riesgo Específico de Volcanes Activos” diseñado por el SERNAGEOMIN (Servicio Nacional de Geología y Minería).

Las erupciones dejan capas en el suelo y en la memoria: Una síntesis de la publicación

En este contexto geológico, geográfico y cultural, las dimensiones sociales analizadas permitieron indagar en lo que los autores denominan “relaciones humano-volcán” construidas a lo largo del tiempo y traspasadas de generación en generación. De esta forma, el artículo buscó entender cómo los factores socioculturales – como la ascendencia, la memoria colectiva, el habitus y los imaginarios volcánicos – influyen en las percepciones del riesgo de desastres en contextos rurales.

El caso del campo volcánico Carrán-Los Venados es ilustrativo de cómo las diferentes erupciones volcánicas (de tipo mar, fisural, monogenética, etc.), las cuales dejan depósitos en el suelo formando estratos, también se estratifican en la memoria humana según el estilo eruptivo. En otras palabras, “en la ruralidad y en contextos indígenas, las familias desarrollan su propia estratigrafía de la memoria volcánica como correlato de la estratigrafía de la historia eruptiva estudiada por la volcanología”.

Por ejemplo, los descendientes crecieron escuchando historias sobre volcanes «más y menos benevolentes», según los impactos que ocasionaron en la vida de las comunidades. Saben que numerosas erupciones afectaron repetidamente a sus antepasados, transformando las superaciones en hitos de su historia local. Asimismo, los habitantes perciben diferencias entre los volcanes: por ejemplo, el Cordón Caulle es un volcán “benevolente” cuya ceniza provee fertilidad al suelo, y su entorno brinda recursos y medicina a las familias, mientras que el Carrán-Los Venados ha tenido erupciones “menos benévolas” debido al tipo de tefra (ceniza y material volcánico) que dañó los campos en el pasado.

Estas percepciones, indica la antropóloga, han dado paso al contraste de imaginarios existentes (que se reproducen como un orden social) y transformadores (que propician el cambio social). En este caso, imaginarios que sostenían los antepasados que heredaron tierras volcánicas a sus descendientes desde un “habitus de enorme esfuerzo y precariedad imposible de cambiar en dicho momento”, y los imaginarios de descendientes que reproducen el arraigo, pero buscando vivir según un “habitus de equidad” que ya imaginan y anhelan para su presente y futuro.

¿Por qué estudiar los imaginarios volcánicos? Los autores destacan una definición de imaginario postulada por el filósofo Cornelius Castoriadis, quien señala que «la institución de la sociedad es en cada caso la institución de un magma de significaciones sociales imaginarias». De este modo, se entiende que los imaginarios reflejan la predisposición y el arraigo de las personas no solo al territorio sino a los volcanes que forman parte del paisaje natural y en torno al cual se despliega el tejido social y una historia de sobrevivencia. Entonces, estudiar los imaginarios sirve para situar culturalmente la preparación ante desastres.

Esta contribución que indagó en los imaginarios de las familias que habitan junto a volcanes activos, busca visibilizar la urgente necesidad de transformar durante los usualmente extendidos periodos “de quietud volcánica” las vulnerabilidades socioterritoriales de los asentamientos rurales e indígenas en territorios volcánicos de la región, para así estar mejor preparados ante una próxima erupción y propiciar un desarrollo junto a los volcanes.

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La antropóloga Francisca Vergara en la Universidad de Manchester (Reino Unido), en que realiza el Doctorado en Humanitarismo y Respuesta ante Conflictos.

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La investigadora en el terreno Volcánico Carrán-Los Venados, comuna de Lago Ranco.

Publicado por: Marcelo Morales Mena